Control motor
El dolor de espalda o de las articulaciones es una de las principales causas de discapacidad con el paso de los años. Esto tiene un enorme coste a nivel socioeconómico y algunas de las intervenciones que se vienen implementando hasta la fecha no están abordando este problema de una manera global. Las últimas investigaciones están demostrando el beneficio que tienen la educación y el ejercicio a la hora de proporcionar beneficios a largo plazo en las personas con problemas musculoesqueléticos. Y aquí es donde interviene el control motor.
Podríamos definir como “control motor” como el resultado de distintos procesos motores, cognitivos y sensoriales de distinta naturaleza y complejidad de movimiento, así como de los sistemas que interactúan para que se realice el más simple gesto. Esto otorga la capacidad que tiene un ser vivo para desplazarse en la naturaleza sin ninguna dificultad.
Cuando hablamos de control motor nos referimos a dos aspectos importantes: el primero es el control motor aplicado al mantenimiento de la postura y el equilibrio y el segundo es el control motor aplicado a un movimiento específico.
Se han planteado hipótesis completamente diferentes de como el cerebro y los sistemas implicados en el movimiento funcionan, mostrándose grandes diferencias en cada teoría propuesta.
- Teoría Refleja: Propuesta por Sherrington, para el que los reflejos eran los componentes básicos del comportamiento motor: trabajaban juntos o en secuencia, para lograr un propósito común. La concepción de un reflejo requiere tres estructuras diferentes: un receptor, una vía nerviosa conductiva y un efector.
- Teoría Jerárquica: Establece que el sistema nervioso está organizado como una jerarquía. Hughlings Jackson medico inglés, decía que el cerebro tienen niveles de control, superior, medio e inferior, que corresponde a las áreas de asociación superiores, a la corteza motora y a los niveles espinales de función motora (nervios) respectivamente. En una estricta jerarquía vertical, las líneas de control no se cruzan y los niveles inferiores nunca ejercen control.
- Teorías de la Programación Motora: Hace énfasis en la acción misma más que en la reacción como en las teorías anteriores. Se han realizado diversos estudios que avalan esta teoría, el término “programación motora” hace referencia a un circuito neuronal que tiene una función específica, estereotipada y que ningún factor externo e interno pueden modificar.
- Teoría de Sistemas: Desarrollado por Nicolai Berinstein, sugiere que el movimiento es el resultado de la interacción de diferentes sistemas, internos y externos, y que se retroalimentan para un fin específico. Describe el cuerpo humano como un sistema mecánico, en el que las articulaciones tienen muchos grados de libertad que necesitan ser controlados, esto complica increíblemente el control del movimiento.
- Teoría de la Acción Dinámica: Establece que un sistema de órganos o componentes individuales trabajan colectivamente para un fin en común. Sin necesidad de un órgano que coordine cierta acción, el movimiento surge de la interacción de estos componentes, sin la necesidad de un comando o un órgano que regule la acción realizada.
Cuando uno de los componentes que da origen al movimiento falla, es evidente notar la alteración que provoca esta lesión en el movimiento voluntario. Por ejemplo, en lesiones de neurona motora superior, el tono muscular se encuentra alterado mostrando hipertonía y en casos graves espasticidad, o en las lesiones vestibulares y del cerebelo las alteraciones se ven reflejadas en la coordinación y el equilibrio.
Como vemos, la forma en que nos movemos se ve afectada por muchos factores. Estos incluyen el dolor, las lesiones, la fatiga y las restricciones inherentes a la vida, el envejecimiento y las exigencias deportivas y laborales.
Es importante conocer todas las estructuras neuronales y no neuronales que se relacionan con el movimiento, y aún más importante identificar cuáles son los factores que evitan un correcto funcionamiento de un movimiento o un patrón de movimiento y realizar el abordaje fisioterapéutico más conveniente.
Por tanto, cuando alguno de estos mecanismos se altera, o cuando se pautan ejercicios protocolizados sin tener en cuenta las características individuales de cada paciente, es cuando puede desencadenarse el dolor y el miedo al movimiento que generará la alteración del patrón motor.
Es en estos casos cuando el control motor se erige en una buena alternativa de tratamiento, ya que los ejercicios que se propongan irán encaminados a que la mejoría se mantenga en el tiempo, teniendo los siguientes objetivos:
- Mejorar la conciencia sobre el funcionamiento de determinados receptores.
- Generar movimiento.
- Mejorar el fortalecimiento, coordinación, resistencia, velocidad de reacción, fuerza.
- Reeducar la postura, una posición, un gesto, una actividad.
- Aprender una nueva actividad.
Si tomamos como ejemplo el caso del dolor lumbar crónico, se observa que sólo el 10% de los casos se correlacionan con una patología específica primaria periférica mientras que en el 90% de los casos se produce por cambios en la función, sin existir una lesión específica. En este último caso existe una baja tolerancia de los tejidos a las cargas y es más fácil que aparezca dolor durante la actividad, produciéndose cambios en la programación del sistema nervioso que se manifiestan con un aumento de la actividad en la musculatura superficial (creación de puntos gatillo y contracturas) y una inhibición de la musculatura profunda (que es la encargada de resistir posiciones durante largos periodos de tiempo).
De esta manera, cuando el cuerpo tiene dolor pueden ocurrir dos cosas:
- Que los movimientos y nuestro comportamiento actúen para evitar el dolor: aquí existe un umbral de sobreprotección al dolor y se desarrolla una estrategia motora de compensación basada en nuestras experiencias previas relacionadas con gestos dolorosos.
En este caso el dolor se acompaña de limitación, rigidez y una compresión articular muy alta.
- Puede ser que la propia forma de movernos sea errónea, pero no lo percibimos en el presente y nos acaba produciendo la lesión, generando una alteración del control sensitivo motor.
Por tanto, el terapeuta tratará de identificar en la exploración cuál de las dos situaciones presenta el paciente.
- En el caso de kinesiofobia y evitación de ciertos movimientosel tratamiento activo irá enfocado a la realización de actividades siempre sin dolor, partiendo el movimiento y exponiendo gradualmente a la actividad que te genera dolor o miedo.
- En el caso de un mal patrón motor pero sin dolor, se reeducará un rango neutro de movimiento y una buena estabilidad de la columna, activando previamente la musculatura profunda.
Este proceso tiene distintas fases de aprendizaje y de realización de los ejercicios:
- Etapa cognitiva: aprendizaje de la zona neutra, aquella en la que no existe presión articular ni estructuras ligamentosas que generen dolor. Aquí los músculos profundos tienen la palanca perfecta para poder estabilizar la columna, encontrándose el equilibrio entre estabilidady movilidad. El entrenamiento debe hacerse de cada uno de los músculos estabilizadores de forma aislada y por último en sinergia, en distintas posiciones.
- Etapa asociativa: vigilar que la sinergia se realice en estático sin bloqueo respiratorio e ir exponiendo de forma gradual al movimiento:ejercicios isométricos, en cadena abierta, cadena cerrada, descomponer el movimiento doloroso en distintas partes y entrenarlas por separado, para que la estrategia de control del dolor sea la correcta.
- Etapa autónoma: en esta fase ya no existe dolor ni conductas erróneas, pudiéndose realizar el ejercicio de una manera más dinámica. En ella ya damos por supuesto el automatismo de todo lo aprendido
Los ejercicios se realizan con pocas repeticiones, dando mucha importancia a la concentración y correcta ejecución, siendo necesaria su práctica diaria y pudiendo, en fase asociativa, complementar con ejercicios más dinámicos como andar, elíptica o piscina. De hecho, hay que basarse en los tiempos relacionados con el aprendizaje: necesitamos 9 días para generar un hábito y 21 días para establecerlo y automatizarlo. Pero para corregir un patrón ya instaurado, necesitaremos un mes para empezar a tener resultados, y hasta seis meses para instaurar o automatizar la corrección.
Como hemos visto, los patrones de movimiento son algo muy complejo y con muchos factores influyentes, siendo fundamental la supervisión de un terapeuta cualificado para reprogramar aquellos que se hayan alterado. Desde la clínica Silvia Molins podemos ayudarte a restablecer un correcto equilibrio musculoesquelético que te permita realizar las actividades habituales de la mejor manera posible.