¿Es bueno que los niños caminen descalzos?
En el seguimiento habitual que hacemos a los niños que nos traen los padres y madres a la consulta nos encontramos frecuentemente con varias preguntas del tipo “¿Es bueno que los niños caminen descalzos? ¿Cómo tiene que ser el calzado? ¿Influye en su desarrollo y crecimiento? ¿Cuándo hay que poner plantillas?”
Hoy en día los padres encuentran muchísima información en la publicidad, internet, revistas, amigos, etc.) en ocasiones puede ser contradictorias en el tema que nos ocupa.
Como en casi todos los temas, más de una vez escuchamos opiniones defendiendo que los niños caminen descalzos y al mismo tiempo vemos publicidad proclamando los beneficios de determinados zapatos indicados para edades muy tempranas (incluso para antes de que el niño camine).
En el artículo de hoy intentaremos reflejar nuestra opinión al respecto y mostrar algunas pautas que desde nuestra experiencia en Fisioterapia y Osteopatía infantil nos parecen correctas.
¿Tiene relación el hecho de que un bebé vaya calzado o descalzo para su desarrollo cognitivo?
Una gran cantidad de estudios demuestran que, desde el punto de vista del desarrollo neurológico y de la sensibilidad táctil, los pies del recién nacido tienen una sensibilidad muchísimo más fina que la de la mano hasta los ocho o nueve meses aproximadamente. Por este motivo los pies tienen una función esencial en los primeros meses: informar del mundo exterior al bebé (que toca con ellos todo lo que tiene a su alcance, los manipula con sus manos y los lleva a la boca donde las terminaciones nerviosas sensitivas son mayores aun). A partir de esta edad el pie va perdiendo este tipo de sensibilidad de forma gradual. Un estudio muy interesante titulado “Podología preventiva: niños descalzos igual a niños más inteligentes“, elaborado por Isabel Gentil García, Profesora de la Escuela Universitaria de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid trata con bastante profundidad este asunto. Este estudio se basa en las etapas de Piaget de desarrollo de la inteligencia, centrándose en la primera (la conocida como etapa sensomotriz, que abarca desde el nacimiento a los dos años) cuando son importantes la manipulación, el movimiento y aprender a organizar de forma hábil la información sensorial. Se adquiere la primera noción del yo, del espacio, del tiempo y la idea de causalidad.
Además de Piaget, varios autores coinciden en que el desarrollo es fruto de una compleja interacción entre el ambiente y el organismo y que uno de los factores ambientales que más interviene en su desarrollo es el propio cuerpo y su autoconocimiento.
Por tanto, el hecho de calzar prematuramente a los bebés que no caminan les está privando de información táctil y la percepción de la posición y movimiento de los pies en relación con el espacio, que como hemos dicho antes, juegan un papel importante en el sistema nervioso central. Sin duda los pies, como receptores privilegiados, contribuyen a un mejor desarrollo de la inteligencia del bebé. Está demostrado que el hecho de apoyar el pie descalzo en todo tipo de superficies, también irregulares, contribuye al desarrollo muscular y a la propiocepción.
Por todo lo expuesto hasta ahora, es evidente que nuestra posición frente a este tema será que en la etapa pre andante deberíamos de mantener al bebe descalzo siempre que sea posible (espacio protegido, caliente, etc.). Es fácil observar en estas etapas tempranas que el bebé tiene una gran habilidad para quitarse los zapatos ya que está más cómodo sin ellos.
¿Cómo debe de ser el calzado de los niños?
Ante esta pregunta debemos diferenciar entre los zapatos que usa el niño cuando comienza a caminar y el calzado que posteriormente usará cuando crezca.
Es bastante común que a los padres se les recomiende el uso de botas o un calzado un poco más alto y rígido en la zona del talón (para ayudar a mantener el pie y ayudarle a caminar en los primeros años de vida del niño). Es posible que cuando el niño comienza a caminar, el hecho de contar con un contrafuerte (zona del zapato que recoge el talón del pie) un poco más resistente ayude al niño a tener una mayor estabilidad en los primeros pasos y pueda ayudarle a mantenerse de pie durante más tiempo.
Ahora bien, si abusamos de calzados rígidos en la zona del contrafuerte (o botas) conseguiremos el efecto contrario. El pie del niño ha de ir musculándose y deberían ser sus ligamentos los que mantuvieran la correcta posición del mismo. Un excesivo control del pie por parte del calzado disminuye dicho trabajo de musculación ya que el zapato acaba sustituyendo el trabajo que deberían de hacer los músculos.
Así pues, nosotros aconsejamos usar preferiblemente calzado por debajo del tobillo (pudiendo usar botas o zapatos con contrafuerte rígido sólo de forma ocasional).
Algo muy importante es que la suela tenga una buena capacidad de flexión para que permita la correcta movilidad del pie y algo de amortiguación (no es necesario que sea muy gruesa ni que tenga una gran amortiguación), ya que el peso del niño es pequeño y, además, para que el hueso del niño se desarrolle con normalidad necesita cierto nivel de impactos, que es el estímulo que se necesita para generar hueso de calidad. (En la actualidad se están realizando algunos estudios partiendo de la hipótesis de que es posible que la calidad del hueso de los niños esté disminuyendo por abusar de una excesiva amortiguación en la mayor parte de actividades que realizan).
Otro factor importante es que el zapato no debe oprimir el pie del niño ya que está en continua evolución y crecimiento. Será positivo para el pie del niño si el zapato es de piel o de elementos sintéticos que transpiren. Esto favorecerá la termorregulación y disminuirá las posibilidades desarrollar micosis o papilomas (la humedad facilita su implantación).
En los niños más mayores sigue siendo imprescindible realizar actividades o ciertos ejercicios descalzos que ayudan al desarrollo muscular y propiocepción. No aconsejamos que los niños caminen descalzos en superficies duras pero si en tarima de madera, césped o incluso pavimentos.
De hecho en la edad adulta sigue siendo un buen consejo descalzar nuestros pies y caminar descalzos durante unos minutos al día. Servirá para descongestionarlos y potenciar la musculación y movilidad del mismo.
¿Cómo saber si la forma de pisar del niño es normal o no?
Hay que entender que tanto el pie como la pierna de un niño van a sufrir una evolución natural en los primeros años. Recibimos constantemente consultas de padres preocupados por la posición que ven en sus hijos y en muchos de estos casos la posición es la normal para su edad. Cuando un niño comienza a caminar (y hasta los 2 años aproximadamente) la posición habitual es que las piernas estén arqueadas hacia afuera (tipo cowboy). Esta posición es completamente normal debida a la insuficiencia de determinados grupos musculares y también favorecida por el uso del pañal que realiza una mayor rotación externa de cadera.
Más tarde, lo habitual es que el niño evolucione hacia la posición contraria (es decir que las rodillas tiendan a juntarse). Es lo que se denomina un Genu Valgo. Esta posición y el hecho de que los pies tengan una situación con tendencia al aplanamiento son normales hasta los 4-5 años. Caminar descalzo, mantenerse de puntillas, mantenerse a la “pata coja”, caminar por distintas superficies… todos son ejercicios sencillos que ayudaran a muscular el pie y la pierna favoreciendo su correcta evolución.
Lo más común es que sobre los 5 años las piernas adopten una posición más recta (casi siempre manteniendo una ligera tendencia a que las rodillas se junten). Como hemos comentado, esta evolución sería normal y no sería necesario tratar al niño. Es más importante en esta etapa potenciar la musculatura y controlar el correcto desarrollo del pie y la pierna.
¿En qué casos será necesaria una plantilla para los niños?
Hay algunas señales de alarma que deberían hacernos acudir a un fisioterapeuta infantil o a un experto en podología infantil para valorar la necesidad de tener que ayudar al niño mediante una plantilla personalizada:
- Mayor torpeza para caminar que la mayor parte de niños de su edad.
- Caídas frecuentes.
- Mantenimiento de la posición de rodillas en X o pie muy aplanado a partir de los 5 años.
- Caminar de puntillas de forma mantenida durante varios meses.
- Dolor en el talón.
- Dolor en el pie o la pierna después de realizar actividad física.
- Deformidad de los dedos.
Hemos de tener en cuenta que la mayor parte de problemas de la marcha se pueden solucionar de manera sencilla si se tratan precozmente. En caso de detectar alguno de los problemas anteriores aconsejamos realizar una visita al fisioterapeuta y en cualquier caso sería muy aconsejable realizar un correcto estudio de la marcha en un centro especializado en podología infantil. Estos profesionales pueden ofrecernos datos muy importantes sobre acciones preventivas que permitan evitar problemas en la edad adulta.
Los pies nos van a acompañar durante toda la vida y son lo único que contacta con el suelo. Son realmente “nuestros cimientos” y una buena posición desde pequeños garantizará muchos menos problemas en la edad adulta.
¿Qué hacer si nuestro bebé tiene el pie o algún dedo desviado?
Este es un problema relativamente habitual y es muy importante acudir precozmente a un fisioterapeuta infantil. Si se detecta en los primeros meses de vida, simplemente educando a los padres en la realización de unos sencillos estiramientos y la colocación de vendajes lo más habitual es que ese pie o los dedos puedan colocarse en su posición correcta en muy pocos meses. Si esas deformaciones no se tratan de forma precoz es posible que se consoliden y sea preciso el tratamiento quirúrgico a futuro.
Los dedos de un niño pequeño tienen una gran elasticidad y podremos dirigirlos hacia donde queramos, al igual que podemos dirigir el crecimiento de la rama de un árbol cuando es pequeña. De allí la importancia de la correcta elección del calzado cuando el niño comience a caminar.
En la Clínica Silvia Molins somos expertos en la valoración del niño, así que ante cualquier duda o sospecha de que existe una alteración del pie y /o de la marcha y la postura, no dude en contactar con nosotros para consultarnos.