Vaginismo primario

Vaginismo primario

El motivo por el cual acudí a la clínica Silvia Molins fue por un problema de vaginismo primario. Después de muchos años con pareja estable y con 33 años de edad seguía sin ser capaz de mantener relaciones sexuales completas. Mi pareja me ha respetado siempre muchísimo y era consciente que no me podía forzar ya que para mí suponía un gran problema.

A causa de esto, yo siempre me había mostrado muy esquiva a mantener relaciones sexuales ya que suponía enfrentarme a ello y no me gustaba. Cada vez “la bola” se me iba haciendo más y más grande hasta el punto que nos casamos y pensaba que en la luna de miel seguro que sería capaz de superarlo y no fue así. Tal fue mi desilusión y desesperación que pensaba firmemente que no iba a ser capaz.

A partir de ese momento mi pareja empezó a buscar algún sitio en el que me pudieran ayudar que no tuviera que ver con sexólogos ni psicólogos y afortunadamente  dio con la clínica Silvia Molins. En su página web leímos un artículo reciente de una chica con el mismo perfil que yo y que con su ayuda lo había superado. Así que decidimos ponernos en sus manos ya que nosotros estábamos desbordados.

Yo siempre había pensado que era un problema psicológico causado por el miedo que me generaba llegar hasta el final. Este convencimiento derivaba de la convicción social que todo el mundo funciona perfectamente sexualmente. Tal es así, que mi único confidente en relación a este tema ya solo era mi pareja.

El primer día que acudí me explicaron que lo que a mí me pasaba era que tenía un “vaginismo primario” y que sí que tenía solución. Por primera vez sentí que alguien me entendía y que me podía ayudar y que psicológicamente no tenía ningún problema.

Poco a poco, fui cogiendo confianza y mejorando. Para ello, tuve que empezar a encarar el asunto y ser capaz de realizar los ejercicios que me pedían que hiciera en casa. De nuevo, otra barrera personal, pero que con mucha voluntad y ganas de superarlo definitivamente se convirtieron en una rutina.

A día de hoy, puedo gritar a los cuatro vientos, que por fin me siento una mujer plena y capaz de disfrutar de una pareja maravillosa. La felicidad es tal que cada vez que hacemos el amor me resulta inevitable llorar de alegría ya que todavía no soy plenamente consciente que ya lo hayamos superado.

Muchísimas gracias.