Osteopatía en la Epicondilitis

La epicondilitis es una lesión que se caracteriza por dolor en la cara externa del codo llamada epicóndilo localizada en la zona más inferior del húmero. Está provocada por movimientos repetitivos, lo que ocasiona microroturas fibrilares y reparación inadecuada de los tendones de los músculos que se originan en la región del epicóndilo, por tanto, cualquier persona que realice trabajos que impliquen movimientos repetidos es susceptible de sufrir esta afección.

Estos movimientos que causan la lesión son fundamentalmente la extensión de la muñeca y la supinación del antebrazo, lo cual ocasiona una tendinitis que afecta a los tendones de, principalmente, músculo extensor común de los dedos, extensor del tercer dedo y primer y segundo radial.

Los cambios inflamatorios se han observado en los procesos agudos, pero estos están ausentes si la lesión se hace crónica. En estas fases crónicas se habla de tendinosis, que es un proceso degenerativo de las fibras del tendón. Esto podría explicar porqué los tratamientos de infiltración con corticoesteroides tienen poca utilidad en las etapas crónicas de la enfermedad.

La incidencia máxima de la epicondilitis tiene lugar entre los 34 y 54 años y no se han encontrado diferencias de frecuencia entre hombres y mujeres, pero la lesión es más frecuente en el codo que corresponde a la mano dominante. Además existe una relación clara con ciertas actividades profesionales o la práctica de deportes de raqueta. En muchas ocasiones la epicondilitis se considera enfermedad profesional y está relacionada con la repetición continua de ciertos movimientos en algunas profesiones: pintores, trabajadores de la construcción, leñadores, mecánicos, carniceros, fontaneros, chapistas, carpinteros o ebanistas, e incluso profesiones que hagan uso continuado del ordenador debido al manejo del ratón, como administrativos, diseñadores, etc.

Los síntomas más frecuentes de esta lesión son:

  • Dolor en la parte externa del codo, sobre el epicóndilo.
  • Dolor e impotencia funcional con los movimientos de extensión de la muñeca y supinación del antebrazo.
  • Dolor a la palpación de la zona epicondílea y con acciones simples como elevar una botella o tomar una taza de café, también en deportes como el tenis o pádel.
  • El dolor suele ceder con el reposo o durante el descanso nocturno.
  • A veces puede llegar a convertirse en un proceso crónico que requiere cirugía.
  • No suele ir acompañada de alteraciones de origen neurológico, pero al dolor puede irradiarse hacia el brazo y el antebrazo, debido a que en muchas ocasiones se asocian puntos gatillo miofasciales en la musculatura implicada.

El tratamiento va encaminado a aliviar o eliminar el dolor y la inflamación, y para ello se utilizan algunas de las opciones siguientes:

  • Antiinflamatorios no esteroideos (AINES).
  • Reposo de la articulación con reducción de las actividades que provoquen el dolor, disminuyendo el tiempo de actividad y la intensidad del esfuerzo.
  • Fisioterapia, mediante la aplicación de técnicas que describiremos más adelante.
  • Infiltración con corticoides alrededor del epicóndilo. Últimamente se ha demostrado que la infiltración con Plasma Rico en Plaquetas es superior a la infiltración con corticoides, reduciendo el dolor y mejorando la capacidad funcional.
  • Terapia ocupacional. Es recomendable limitar los movimientos que producen la patología, siendo recomendable un estudio ergonómico del puesto de trabajo para evitar los movimientos repetitivos que provocan la enfermedad.
  • Cirugía. Está recomendada en ciertos casos que no responden a ninguna de las medidas anteriores.

En la clínica Silvia Molins somos especialistas en el tratamiento de esta patología, bien aplicando alguna de las medidas conservadoras antes descritas, o bien implementando un exhaustivo plan de diagnóstico y tratamiento.

En primer lugar debemos realizar un diagnóstico diferencial que nos ayude a evidenciar una epicondilitis real, provocada por alguno de los agentes causales que hemos descrito, o una epicondilitis de origen cervical e incluso también de origen visceral.

En el caso de que estemos ante una epicondilitis real o de origen cervical, procederemos de la siguiente manera:

  • En primer lugar habrá que normalizar la inervación, tanto sensitiva como motora, de la región epicondílea. Para ello deberemos revisar y tratar las cervicales medias, sobre todo los niveles C5-C6, puesto que es donde se localiza ese control neurológico, así como el dermatoma y esclerotoma de esa zona.
  • Por otro lado, habrá que asegurarse que el recorrido de esos nervios, así como del sistema vascular que aporta sangre a esa región, se encuentre libre de zonas de tensión que pudieran poner en conflicto a estas estructuras. Para ello deberemos revisar la musculatura de los escalenos, el pectoral menor o la musculatura profunda del codo, y también estructuras óseas como la primera costilla o la clavícula.
  • También habría que normalizar el control neurovascular, mediante la manipulación de las zonas correspondientes como las dorsales medias o la charnela cervicotorácica, por su relación con el ganglio estrellado.
  • A partir de ahí, habría que revisar y tratar las disfunciones propias que pudieran haber en el codo, como la lateralidad interna, la cabeza de radio posterior, pronación o rotación de cúbito, y también las articulaciones adyacentes como cintura escapular, muñeca y mano por si pudieran presentar disfunciones que influyan.
  • Por último se tratarán los tejidos blandos, mediante técnica de bombeo o inhibición, stretching, técnicas miofasciales, punción seca o masaje, para devolver la normalidad a estos tejidos.

Por otro lado, hemos visto que la epicondilitis podría tener un origen visceral, sobre todo debida al sistema hepato-biliar, al estimular zonas de control neurovascular o sensitivas y motoras comunes para ambos. Para ello habría que normalizar el diafragma y hacer el tratamiento visceral pertinente.

Como hemos podido ver, la epicondilitis es una patología que requiere de un amplio conocimiento y una exhaustiva anamnesis para poner en marcha las medidas terapéuticas más eficaces. Por ello, si sufres de esta patología, ponte en contacto con la clínica Silvia Molins y estaremos encantados de atenderte.